En la edición de ayer de El País se incluía una información con el siguiente titular:
‘Una cooperativa de futbolistas para amañar partidos’.
Podrían haber titulado ‘una organización criminal’ de futbolistas o, si se quería hacer una gracia empresarial, una Sociedad Anónima de futbolistas, una Sociedad Limitada de futbolistas … O una cofradía de futbolistas, un exclusivo club de futbolistas, una sociedad gastronómica de futbolistas. Pero no. Tenía que ser una cooperativa.
Craso error.
En la información no se explica en ningún momento en qué se parece esa organización supuestamente delictiva a una cooperativa. Algo para justificar el capricho de haber elegido precisamente ese término para titular.
El error era tan evidente que en la edición digital del medio ya se titulaba entrecomillando la palabra cooperativa, para indicar que se usaba el término en sentido figurado. Algo que no se hizo en la edición impresa.
Las cooperativas son lo más alejado a una organización delictiva. Son empresas legalmente constituidas, que funcionan de forma democrática, que sitúan a las personas por delante de los beneficios, y que se rigen por principios como igualdad, equidad, solidaridad, responsabilidad social y respeto.
En Andalucía, aportan más de un 10% del PIB, y son el alma del trabajo y la forma de vida de más de 300.000 socios. Hay al menos una cooperativa en el 85% de los municipios andaluces. En muchos casos son la principal empresa del pueblo. Y contribuyen a la sostenibilidad y a evitar el despoblamiento.
Pero ahora resulta que una organización criminal para amañar partidos es una cooperativa.
Una cooperativa se parece a una organización criminal para amañar partidos de fútbol como un buen titular al que se usa en la información. El símil empleado por el El País no es sólo desafortunado, sino que además hiere a cientos de miles de cooperativistas. Es como si alguien se refiere a la redacción de un medio como una organización para amañar titulares.